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jueves, 15 de diciembre de 2016

“¡Yo también quiero ser bailarina de béisbol!”

El escándalo que han causado los bailes y vestuarios de las bailarinas de la temporada 2016-2017 de Béisbol Invernal Dominicano ha sido ilustrativo de los problemas que tiene la sociedad dominicana en lo que se refiere a admitir su propio machismo.


La Comisión de Ética de la Liga Dominicana de Béisbol tuvo que intervenir y “reprochó la actitud inadecuada de las bailarinas” por contradecir “los estándares éticos y morales al que se refiere el Artículo 3 de los Estatutos Sociales de la Liga”.Suena como si un día un grupo de mujeres al azar entró a las oficinas de los equipos de béisbol a la fuerza y dijeron “nosotras vamos a bailar de tal manera y nos vamos a poner tal ropa” y punto. Cuando en realidad estas son decisiones ejecutivas y mercadotécnicas de los equipos. No nos hagamos los idiotas que fácilmente pueden contratar mujeres (¡u hombres!) para que bailen merengue típico con una sábana de pie a cabeza, pero no. Si las bailarinas bailan y se visten así es porque hombres ejecutivos contrataron mujeres para que bailen y se vistan así.

Pero no le digan eso a Miguel Ángel Fernández, quien es el presidente de los Tigres del Licey. En vez de dar la cara y admitir su incriminación, el ejecutivo culpa a todo el mundo menos sus decisiones como presidente de cosificar mujeres para conseguir apoyo para su equipo. Dice Fernández que “la responsabilidad de nuestras bailarinas es de la Cervecería Nacional Dominicana, cuyos derechos se le cedieron a la marca 911. Hemos conversado con ellos en varias ocasiones para que les pasen instrucciones a esas jóvenes de que moderen un poquito los pasos”, agregó. Qué gran muestra de liderazgo; el presidente de un equipo de béisbol responsabilizando a unas empleadas de bajo nivel, contratadas bajo su administración, ¡por bailar como él y los demás ejecutivos les indicaron que bailen!

El mánager de las Águilas Cibaeñas, Manny Acta, fue un poquito más honesto y respondió ante las críticas diciendo que “hablan como que aquí no hay 100 programas de TV con mujeres enseñando todo y 80 novelas diarias. ¿Y en la casa cambian el canal? #DobleMoral”. Su análisis es bueno, pero no de la manera que él quisiera. Es verdad que el resto de la sociedad está llena de mensajes que cosifican a la mujer… pero la respuesta no es decir “si otros lo hacen, ¿por qué yo no?”, la respuesta es cambiar la cultura de cosificación de la mujer.

Ser una niña criada en la República Dominicana es ir a un estadio y ver mucha gente aplaudir a la muchacha que baila sugestivamente y con muy poca ropa. Es salir del estadio y ver un anuncio de una bebida alcohólica que asigna un valor numérico a una mujer en bikini diciendo “¡Ella es un 10!” como la publicidad de Gitano este verano. Sigues caminando y ves un anuncio de leche fortificada Rica que dice “¡Serás tan bella #comomami!”… no fuerte, no inteligente, no saludable: bella. Ser niña criada en República Dominicana es ver que, en campaña, los partidos políticos les pagan a muchachas para que bailen igualito que las bailarinas del béisbol… al mismo tiempo que intentan conseguir “el voto femenino” como lo hace repetidamente, por ejemplo, el PLD.

¿Nos sorprende que muchas niñas digan “¡yo también quiero ser bailarina de béisbol!”? ¿Nos sorprende que crezcan sabiendo que en la República Dominicana la mujer ideal es la que más vulgar baila? Pero si es eso lo que le enseñamos: no solo en los estadios, sino en el resto de la sociedad.

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