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domingo, 16 de marzo de 2014

El nombre de las Tormentas Invernales


El tema me fue sugerido en una conversación que tuve con un amigo meteorólogo que labora en el Centro del Clima del Instituto de Meteorología de Cuba. Él se asombraba de que recientemente había visto en la mencionarse prensa a la tormenta invernal Hércules y de que las tormentas invernales pudieran llevar nombres, pues no conocía un procedimiento tal, y me pedía que profundizara en el tema. Así me anime a escribir esta Crónica, y es que efectivamente, en los últimos tiempos hemos escuchado por los Medios, extranjeros, pero también reproducido por los Medios cubanos, nombrar a las tormentas invernales como Hércules, Electra, o Ian, por nombrar solo algunos, relacionadas con las que han ocasionado estragos en los EE.UU.
 
Todos conocemos que a los Ciclones Tropicales se les pone un nombre en algún momento de su existencia en cualquier cuenca oceánica del Mundo en que esté situado, aunque lleven diferente nombre genérico local, como en caso de las tormentas tropicales y huracanes en el Atlántico, o tifones en el Pacifico noroccidental, o simplemente ciclones, como en el océano Indico, la India y Australia. Así que comenzaré comentando un poco sobre cómo se nombran los Ciclones Tropicales en el Mundo, para llegar después al punto de las tormentas invernales.
 
Nombrar a un ciclón tropical tiene como objetivo emplear un recurso nemotécnico efectivo, pues siempre es más fácil recordar al huracán FLORA, que al huracán que azoto al oriente del país del 4 al 7 de octubre de 1963.
 
A un Ciclón Tropical se le da un nombre propio sólo cuando llegue a tener determinada intensidad ya predefinida, por ejemplo, en el océano Atlántico, cuando el ciclón tropical alcanza 163 km/h de vientos máximos sostenidos en su circulación ciclónica es que se le pone un nombre.
 
El nombre se asigna en cada cuenca de ciclones tropicales del Mundo teniendo en cuenta la cultura, las lenguas y detalles locales del lugar donde se encuentre. Por ejemplo, en el Atlántico, al llegar a la intensidad de Tormenta tropical, se le bautiza con un nombre femenino o masculino, en español, inglés o francés (las tres lenguas que se hablan en esta área geográfica). En el Pacífico noroccidental por supuesto que llevan nombres asiáticos, en lista de 140 nombres a la cual todos los servicios meteorológicos oficiales han contribuido y puesto de acuerdo en ellos.
 
Pero no voy ahora a hacer la historia de los nombres de los ciclones tropicales a lo largo de la historia, que es muy variada e interesante, ni tampoco de las diferentes maneras de nombrar a los ciclones tropicales en el Mundo. Quizás en otro día más veraniego valga la pena hacerlo objeto de una de estas CRÓNICAS.
 
Mi intención ahora es destacar el hecho de que en el caso de los ciclones tropicales existe un Sistema Internacional basado en la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo especializado del Sistema de las Naciones Unidas. Para ello existen diferentes comités de expertos en cada cuenca oceánica en que se forman los Ciclones Tropicales. Este es el caso del Comité de Huracanes en nuestra región del Atlántico, mar Caribe y Golfo de México, o el Comité de Tifones del Pacifico Noroccidental, etc. El Sistema consta de listas para varios años aprobadas por todos los Representantes oficiales de todos los países, y se toman medidas para impedir que surjan nombres ofensivos de alguna índole, bien sea por relación a personas, nacionalidades u otra causa. Por ello, cualquier país puede proponer y también tiene la capacidad de vetar un nombre. Los acuerdos sobre el poner o retirar nombres de la lista se toman por unanimidad. El Sistema prevé la eliminación de un nombre para evitar su repetición, en caso, por ejemplo, de un huracán muy intenso y devastador. En pocas palabras: es un verdadero Sistema Internacional.
 
Las Tormentas Invernales
 
El nombrar las tormentas invernales tiene como atractivo el ser también en un recurso nemotécnico para recordar casos individuales, bien por su fuerza, los vientos, la cantidad de nieve, el desastre que ocasionó, o por otra causa que le hagan recordable.
 
En 1954 la Universidad Libre de Berlín (FU) se inspiró en la forma en que se nombraban los ciclones tropicales. Propusieron que se nombrara, no solo las tormentas invernales fuertes, sino a todo sistema de bajas y altas presiones. Esta práctica nunca fue aprobada por las organizaciones meteorológicas europeas ni por la Organización Meteorológica Mundial. El esquema de la FU se expandió por Europa, fundamentalmente por los Medios. Pero cuando otras organizaciones meteorológicas, como el Servicio Meteorológico de Noruega, y así otras no meteorológicas, se sintieron con derecho y empezaron a nombrar a las tormentas invernales, la posibilidad de que una misma tormenta pudiera recibir varios nombres fue una preocupación real tanto para los medios como por el público.
 
La “tapa al pomo” , como decimos los cubanos, vino cuando la UF adoptó un esquema llamado ¨Adoptar un Vórtice¨, en el cual cualquier persona u organización podía comprar un nombre para ponérselo a una tormenta, si tenía dinero para hacerlo. Con el dinero recaudado, la FU mantendría las observaciones meteorológicas en la universidad. Aunque Ud. no lo crea, se dice que más de 1 800 personas de 15 países europeos, además de Brasil, Japón y los EE.UU., habían comprado un nombre, y ya en el 2012, noventa bajas presiones con movimiento sobre Europa habían recibido un nombre por las personas que lo habían comprado. Nada más parecido al caos.
 
En los EE.UU. el panorama parecía tranquilo, hasta el invierno de la pasada temporada invernal 2012-2013, The Weather Channel (Canal del Tiempo), un canal privado dedicado a la meteorología, anunció que un grupo de sus meteorólogos había escogido 26 nombres para nombrar con ellos a las tormentas invernales, a partir de dicho invierno, y los Medios, principalmente la TV, le siguieron el paso como algo de mayor sensacionalidad. Los únicos criterios para nombrarlas era que fuera un nombre que no se hubiera usado en ninguna lista de tormentas tropicales y huracanes, que debían nombrarse sólo a las tormentas invernales fuertes y debía hacerse con una antelación de tres días antes de que algún lugar determinado sufriera un impacto significativo, esto último para asegurar, con cierto grado de confianza, que la tormenta impactara significativamente a un número grande de personas. Pero no existe ningún centro meteorológico nacional ni ninguna institución gubernamental de los EE.UU. que monitoree y regule este procedimiento.
 
La ventaja que puede tener el nombrar a las tormentas invernales es clara: es más fácil comunicar información sobre la tormenta dada, al referirse a ella por su nombre, mientras que también son más fáciles de recordar individualmente, sobre todo las significativas, y referirse a ellas después que ocurrieron.
 
Pero tal proceder tiene también manifiestas desventajas: a diferencia de los huracanes, que son sistemas meteorológicos muy bien definidos, las tormentas invernales son a menudo muy amplias y no poseen gran organización. También, cuando tenemos una tormenta invernal, las condiciones del tiempo pueden ser muy diferentes en distintos lugares, en unos lugares vientos fuertes, en otros solo tener nieve, o tener lluvia, y esto puede confundir a la población. Asimismo, una tormenta invernal, siendo tan amplia, puede debilitarse en una zona y volverse a desarrollar en otra. Si esto ocurre, puede ser difícil definir donde termina una y donde empieza la otra, ¿podrían tomar otro nombre o llevar un nombre nuevo?
 
Pero, lo más grave sigue siendo que, al no haber ningún organismo oficial que nombre a las tormentas invernales, pudiera, como ha ocurrido en Europa, surgir cualquier persona u organización que les de otros nombres, dando al traste con los propósitos originales y produciendo caos y desinformación. Esto no puede ocurrir en el caso de las tormentas tropicales y huracanes, pues porque las listas de nombres son oficiales, producto de acuerdos internacionales de los representantes de los servicios meteorológicos gubernamentales de cada país, bajo la égida del organismo rector de las Naciones Unidas para el Tiempo, el Agua y el Clima, que es la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Tal sistema garantiza el buen uso y la homogeneidad del sistema de nombres para los ciclones tropicales en todo el planeta. Ahora bien, como diría mi buen amigo Taladrid, los invito a que saquen Uds. sus propias conclusiones.