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lunes, 28 de noviembre de 2016

El día después: Cuba sin Fidel Castro

Fue raro haber leído en Wikipedia la fecha final: 25 de noviembre de 2016.

Tantas veces antes se había corrido el rumor. Tantas veces antes se había llenado la Calle 8, corazón de la Pequeña Habana en Miami, con gente que comía pastelitos de guayaba del restaurante y panadería Versailles mientras vivaba su muerte, que esta vez, cuando se anunció que Fidel Castro ya no estaba en este mundo y resultó cierto, causó una suerte de asombro. Aunque el viejo guerrillero tuviera ya 90 años. Aunque sufriera los achaques de la edad y la enfermedad que lo sacó del poder en 2006.


Lo dijo muchas veces y lo escribió en sus memorias: "El día que de verdad me muera, nadie lo va a creer".

Acaso la diferencia central entre aquellos simulacros y esta realidad sea que los cubanos en la isla y en la diáspora ayer comenzaron a vivir, sin metáfora, el día después de la muerte de Fidel Castro.

"Si esto hubiera sucedido hace diez años, habría sido una alteración enorme: un sismo emocional, político y económico", dijo Ted Henken, profesor de Baruch College (City University of New York) y especialista en Cuba. "Pero hubo diez años para preparar la transición muy suave y eficazmente bajo Raúl Castro. Probablemente más importante que la muerte de Fidel Castro ahora sea la transición de su hermano, cuando deje de ser presidente en 2018".

El día después parece entonces la suave noche en que se extinguió un símbolo, o mejor, pasó de símbolo activo —"No necesitamos que el imperio nos regale nada", escribió tras la visita histórica del presidente estadounidense Barack Obama— a estampa laica.

"En el plano psicológico es una conmoción para los cubanos a los dos lados del estrecho de la Florida", agregó Henken, autor del blog El Yuma —nombre que los cubanos dan a los estadounidenses, en lugar del despectivo gringo—, una bitácora detallada de la vida y la cultura cubanas.

El día después parece entonces otro recordatorio de que la historia no se terminó con la globalización, tras caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética: se mostró viva y desafiante en el Brexit y en el voto por Donald Trump, y ahora en la reducción a cenizas —"Pronto seré ya como todos los demás", dijo al cerrar el 7º Congreso del Partido Comunista. "A todos nos llegará nuestro turno"— de uno de los líderes políticos más duraderos e impactantes del siglo XX, una figura siempre y para siempre polémica.

Escenario 1: será cuando asuma Trump

Ese día puede demorarse hasta luego del 20 de enero de 2017, cuando Trump ingrese a la Casa Blanca.

La muerte del emblema de la Revolución Cubana, sucedida en el mismo noviembre que el millonario fue elegido presidente, "puede cambiar alguna de las dinámicas en la relación entre Cuba y los Estados Unidos, pero no espero que se vea nada definitivo en lo inmediato", dijo Henken. "Hay que esperar al cambio de gobierno" en Washington.

"Los dichos de Trump han sido agresivos, pero todavía poco claros en términos de la reversión de las políticas de Obama que algunas personas esperan", argumentó el autor de Cuba: A Global Studies Handbook (Cuba: un manual de estudios globales). "Su declaración fue muy clara en la forma, llamó a Castro 'un dictador brutal', pero puede que esté hablando con voz de trueno y a la vez siga queriendo participar y negociar, sobre todo en lo que respecta a todo lo que ya se ha desarrollado en las relaciones económicas".

Hasta ahora, el presidente electo de los Estados Unidos se dirime entre dos posiciones con respecto a Cuba.

Por un lado están los exiliados con poder como el senador Marco Rubio o la primera cubana que llegó al Congreso, Ileana Ros-Lehtinen, a quienes tranquilizó esta semana al convocar como asesor a un representante de la línea dura, Mauricio Claver-Carone. Ellos quieren al Trump de final de la campaña, el que prometió revertir la política de acercamiento que Obama inauguró el 17 de diciembre de 2014, no el de comienzos de campaña que dijo que le parecía "bien" que hubiera embajadas.

Por otro lado, las grandes empresas de aerolíneas, telefonía, hotelería y hasta Google apelan al Trump businessman. "Estoy seguro de que se están acercando a él para que su gobierno sepa que han invertido mucho esfuerzo y dinero, y que no ha sido un regalo para las autoridades [cubanas] sino que realmente permitió que la gente [de la isla] tuviera más interacción, más acceso a posibilidades de emprendimientos y de prosperidad. Podría ser una situación en la que todos ganan: habla duro pero a la vez permite que estos negocios continúen. Trump no querrá socavar los intereses comerciales que ya se han desarrollado".

Si, en cambio, el nuevo presidente repeliera las órdenes ejecutivas de Obama, los vecinos separados por 90 millas náuticas volverían al congelamiento. La asfixia económica de las personas en la isla probablemente empeoraría y —como dicen quienes de todo sospechan— también daría excusa a la mala gestión socialista.

"Los republicanos siempre declaman sobre los derechos humanos pero nunca lograron avanzar con la única política que tuvieron, el embargo", observó Henken. "Los abusos —por cierto, bien reales— de los derechos humanos en Cuba deben ser denunciados, pero el embargo no ha tenido efecto alguno en la vida de las personas".

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