Sentir enojo y frustración es natural, el reto es poderlos canalizar adecuadamente.
Ignorar los sentimientos nunca ha sido una buena idea, ni una actitud sana, después de todo, estas también son emociones que se sienten con intensidad. Todo lo que crea movimiento dentro o fuera del cuerpo se considera energía, esta se tiene que ir a algún lugar es una ley física inevitable.
Cuando la energía no se dirige esta se multiplica creando sentimientos salvajes, que se desbordan y terminan formando más ansiedad y enojo. Cuando se aceptan y se manejan, ayudan a la persona a crecer y tomar control de sus pensamientos y decisiones de una manera positiva y muy efectiva.
Es importante aprender a reconocer las emociones personales y saberlas manejar en una manera positiva. La frustración, el enojo y la ansiedad o cualquier otra sensación incomoda son sentimientos legítimos, no tienen edad ni una localización específica, surgen en cualquier lugar y afectan a cualquiera por igual.
Nada más incómodo que estar en una tienda, un avión o en una celebración familiar y escuchar lloriqueos sin fin, dramas demandando atención, exigencias de juguetes, dulces y demás. La verdad es que los pequeños también tienen derecho a sentir enojo o frustración. Si cuando pequeños se les reconoce y se les ensena como manejar sus sentimientos, es probable que cuando crezcan se conviertan en adultos con mejores herramientas para poder manejar frente a las situaciones que les crean incomodidad o malestar.
¿Quien no ha presenciado en algún momento a alguna mujer comprando en una tienda cuando su hija pequeña comienza a pedir algún juguete que ella no le quiere o no puede comprarle? Entonces, la pequeña inmediatamente se suelta llorando, con unos gritos tan agudos que todos en la tienda la voltean a ver, la madre muy orgullosa de no caer en el berrinche sigue comprando e ignorándola, hasta parece que esta dinámica es una escena conocida. Desafortunadamente la gente del alrededor que está presente en la tienda no tiene la culpa.
El escenario podría cambiar si la madre se tomara un tiempo para reconocer los sentimientos y ponerles fin ya sea con una consecuencia especifica que la niña pueda entender o simplemente saliéndose de la tienda y explicándole con acciones que mientras no se sepa controlar no podrá ir de compras con ella. Esto lleva tiempo, esfuerzo y, sobre todo, disciplina: algo que no siempre estamos de humor de hacer. (Sigue…)
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