Muchas estadounidenses ponen en peligro la vida con intervenciones médicas realizadas por personal no capacitado para agrandar los glúteos, muchas veces con el uso de materiales caseros como inyecciones de silicona.
Algunas mujeres desean llenar bien un bikini y unos bluejeans. Otras creen que glúteos más grandes las ayudan a encontrar trabajo como modelo de videos musicales o actrices en películas para adultos. Sea cual fuere el motivo, buscan una alternativa más barata a la cirugía plástica, en ocasiones con resultados mortales y que las desfiguran.
Se han denunciado muertes por estas intervenciones en Alabama, Georgia, Florida, Pensilvania, Nevada y Nueva York. Un decorador de interiores será juzgado por la muerte de dos mujeres a quienes las inyectaron en su casa.
Aunque no hay muchas estadísticas sobre los procedimientos o lesiones que causan, médicos y autoridades dijeron que cada vez son más frecuentes. En foros en internet sobre estos procedimientos hay miles de respuestas. Algunos hombres también desean agrandarse los glúteos, pero el procedimiento es mucho más popular entre las mujeres.
Los glúteos prominentes han sido populares en los videos de hip-hop durante años.
Pero Dionne Stephens —profesora adjunta de Psicología de la Universidad Internacional de la Florida que estudia razas, género y sexualidad en la cultura hip-hop— dijo que actrices como Jennifer López, Beyonce y Kim Kardashian gozan de glúteos esculturales muy populares entre un número cada vez mayor de mujeres de todo tipo de razas y etnias.
El problema es que algunas ignoran las precauciones cuando los procedimientos ilegales son los únicos que pueden pagar.
“Da mucho miedo lo que está ocurriendo”, dijo Stephens.
Para Apryl Michelle Brown, de 46 años, la búsqueda de este procedimiento en el mercado negro comenzó cuando de niña porque la gente se burlaba de ella por tener glúteos pequeños.
Años después, una mujer llegó al salón de belleza de Brown en California y le dijo que podría agrandarle los glúteos con inyecciones. “Pareció una “intervención divina”, recordó Brown.
“Fue algo que sentí dentro de mí, que creí me haría mejor. No quería tener más un trasero plano”.
La semana siguiente acudió al domicilio de la mujer para que le pusiera las inyecciones.
No pasó mucho tiempo antes de comenzar a sentir dolor en los puntos donde la inyectaron, que se endurecieron. Brown finalmente se trató con médicos autorizados para que le extrajeran el material, que supo era silicona industrial que se venden en las ferreterías.
Después de operada en el 2011, una infección de estafilococos casi la mató: le amputaron las dos manos y piés.
Hoy Brown tienen una página de internet y habla sobre el tema, intentando convencer a otras personas que son bellas sin necesidad de someterse a estos tratamientos.
“No quisiera que nadie más pase por esto, ni siquiera perder un dedo, mucho menos sus extremidades”, indicó.