Aquellas personas que tienen “activado” el gen FTO, también tienen mayores niveles de grelina en sangre, también conocida como la “hormona del hambre”. En otras palabras, quienes tienen la variante del FTO en cuestión, tras comer no se sienten suficientemente saciados.
Como explica el genetista de la Peninsula Medical School de Exeter, Reino Unido, Andrew Hattersley, “existen muchos trabajos sobre el funcionamiento del FTO en animales, pero hay que tener cuidado al aplicarlo en personas. Es bueno ver el estudio realizado en humanos”.
Según Rachel Batterham, autora del estudio publicado en la revista Journal of Clinical Investigation, del University College London, el trabajo servirá para detectar nuevas vías terapéuticas contra la obesidad.
Este gen es verdaderamente importante, pues afecta a uno de cada seis ciudadanos y provoca que sean un 70 por ciento más propensos a la obesidad. Cada año unos 2,8 millones de adultos mueren a causa de un exceso de peso y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 40 millones de niños de menos de cinco años sufrían sobrepeso en 2011.
La investigación es esencial para ahondar en el conocimiento de la obesidad y sus posibles soluciones, sin embargo los investigadores saben que es solo una pieza de todo el proceso.
Según el propio Hattersley, “lo que no sabemos es si FTO está cambiando muchas cosas que alteran el apetito, de la cual la grelina es solo una” a lo que añade, “sospecho que el apetito y la obesidad es más complejo que simplemente una hormona