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viernes, 21 de octubre de 2016

Linchamiento cibernético en República Dominicana

Al día de hoy TODOS estamos expuestos ante los medios (lo que pasa en Las Vegas hoy se queda en Google para siempre) y tenemos que ser un poco más conscientes y cuidadosos de nuestras acciones, pues los teléfonos y las redes, para bien o para mal de los sujetos, han acabado con nuestra privacidad e intimidad. Además, hemos hecho de las redes la plaza de linchamiento del siglo XXI. (Alejandro Fernández, 10 de agosto 2016, carta escrita en su cuenta de Facebook)

La compresión de una filosofía del ciberespacio pasa por una teoría del sujeto cibernético articulado al lenguaje, a la lengua, al discurso y al poder cibernético como sistema social de control político.

Es, pues, partiendo de esta visión sistémica y sobre una ciberepistemología que ha de situarse el internet como como redes de herramientas históricas de la tecnología digital y el ciberespacio como espacios virtuales e interactivos forjados por los sujetos cibernéticos, el cual no tiene nada que ver con los propietarios de empresas de los proveedores y propietarios de los servidores.

Además, tal visión nos ayuda a comprender que  los dispositivos y herramientas digitales no son resultado de una era, sino de un sistema social, cultural económico y político (cibermundo) en el cual hay que situar las prácticas sociales de esos sujetos cibernéticos que se mueven entre los espacios físicos y los virtuales.

Por esta razón, no se puede creer (opinión sobre el sistema) que el cibermundo puede llevarse  o reducirse en un bolsillo (móvil inteligentes, tabletas, entre otros dispositivos), como si esto implicara una cobertura social y política global dentro de la hondonada del ciberespacio y las diversas prácticas sociales que van definiendo al sujeto cibernético. Este último se mueve en diversos micro espacios virtuales, en múltiples relaciones que van desde cajeros automáticos,  coches, aviones, el quirófano de una sala de emergencia, en redes militares, comerciales, en fin en ciudades inteligentes o ubicuas o  en determinado sistema ciberfísico; por lo que todas esas prácticas cotidianas no pueden reducirse a un dispositivo digital con varias aplicaciones que manejamos y las sacamos de nuestro bolsillo.

El pensar sistémico implica que el sujeto cibernético que de por sí entra por esa relación lenguaje-lengua-discurso como artífice de ese cibermundo, no se encuentra subordinado a ningún sistema de programación. De ahí que no se puede pensar que este vive tecnológicamente en el ámbito de la soledad y la frialdad, tal como se abordaba en el discurso de la tecnología y la primera cibernética de mitad del siglo XX, pensada por Heidegger y la escuela de Fráncfort, y fuente de repetición en los discursos filosóficos, literarios y sociológicos que no entienden que la tecnología de estos tiempos brota de la cibernética de segundo orden y está articulada al pensamiento complejo que  da refugio en lo virtual y calentura social.

Por lo que la entrada en escena de la tecnología cibernética y ubicua no es un refugio frio y solitario en el que vive el sujeto cibernético. Por el contrario, es una fascinación por lo interactivo y lo multimodal. Que una franja de sujetos cibernéticos perciba lo contrario, de acuerdo a manejos estadísticos,  no puede verse como sentido único, porque quiérase o no, es dentro de ese sistema cibermundial (lenguaje-sujeto cibernético-discurso) que hay que buscarle sentido a la trasformación, la aceptación o la rebeldía; ya que el vivir fuera de ese sistema es imposible.

Es en ese sistema donde entra la ciberplaza y los sujetos cibernéticos que viven en los espacios físicos y virtuales. Los  linchamientos cibernéticos conocidos también como linchamientos digitales no podemos confundirlo con el ciberacoso (ciberbullying) este apunta a un hostigamiento permanente de un sujeto sobre otro, sin que el acosado muchas veces haya cometido algún hecho por el cual deba ser acosado. El acosado es un perseguido permanentemente, como el caso de los acosos sexuales, escolares y laborales.  El escolar es una especie de matonismo que puede afectar en lo físico o en lo psicológico y se da en espacios físicos (centros escolares) o en el ciberespacio (redes) entre niños y adolecentes

El linchamiento cibernético es más abarcador, lo que no deja a un lado al ciberacoso en cuanto que las agresiones psicológicas, las intimidaciones y difusión de fotografías, correos y videos se difunden en el ciberespacio;  sin embargo, en el linchamiento digital (ciberlinchamiento) se dan varios escenarios, desde la ciberpolítica hasta la farándula, en el que entran determinados discursos multimodales, textuales, interactivos, videos y memes que se mueven entre las aplicaciones y  redes sociales (Intagram Wassapt, Tuiter, Facebook, Yotube), como resultado de cierta provocación y arrogancia que brota  del poder y los poderosos.  Es el caso de Donald Trump, que por su discurso misógino está siendo linchado por millones de mujeres que viven en las redes sociales del cibermundo y  las cuales les darán la estocada mortal cuando elijan a Hillary Clinton como presidenta de los Estados Unidos, el próximo 8 de noviembre de 2016.

El ciberlinchamiento en muchos casos brota de una indignación, de una causa legítima, un empoderamiento justo de los sujetos cibernéticos (Rheingold, “las multitudes inteligentes”) ante un evento acaecido o producido por un sujeto que forma parte de una determinada instancia del poder social.  De ahí que muchos políticos, artistas y sujetos de gran renombre social hayan sufrido linchamiento digital y les haya caído en las redes su tormenta de mierda.

No es lo mismo ni es igual cuando el movimiento Anonimus lincha a un sujetos de poder político debido a los efectos de aplastamiento y arrogancia que produce su discurso en la sociedad que cuando algunos sujetos intentan linchar en las redes sociales, sin ningún criterio o fundamento político e ideológico, a un sujeto que simplemente haya cometido un acto de poca monta.

El sujeto cibernético con mentalidad de ciberturba intenta linchar, condenar con pasión ( moralina) una caída o una manera de sentarse de un presentador o una presentadora en determinado escenario televisivo, un error cometido  que va desde una simple falta ortográfica hasta una mirada desorbitada de un sujeto que en su práctica social y virtual puede estar bien posicionado en su área artística  o profesional, contrariamente a la apuesta política con estrategia bien definida por parte de multitudes inteligentes, que su linchamiento (crítica sarcástica, aniquilar con ironía) va más allá de este tipo de mentalidad.

La República Dominicana vive en el cibermundo global por lo que no escapamos a estos tipos de linchamientos, en los que han sobresalidos políticos, artistas y profesionales que por su comportamiento social  han sido linchados en todos los entramados de las redes sociales, de las diversas aplicaciones, blog, en comentarios que van dejando los sujetos cibernéticos en los diarios digitales del ciberespacio.

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