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lunes, 12 de octubre de 2015

El activo mercado de los antidepresivos en República Dominicana

La salud mental y emocional de las personas está cada vez más en manos de especialistas. El tabú de padecer de trastornos psiquiátricos era considerado como la característica más evidente de los enajenados mentales. Ya no es así.
Debido a los grandes avances en la psiquiatría, hoy en día es más fácil determinar cuáles factores demuestran anomalías en los patrones de conducta de las personas.
En la actualidad, la depresión se ha convertido en una constante dentro del cuadro clínico de muchas personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 350 millones de personas padecen de depresión alrededor del mundo.
Como una de las muchas opciones, las llamadas píldoras de la felicidad, conocidas como antidepresivos, controlan gran parte de los problemas emocionales, pero son medicamentos que pueden causar dependencia y/o adicción.
Psiquiatras y psicólogos han trabajado en conjunto en la búsqueda de tratamientos que reduzcan el grado de los trastornos, pero solo los psiquiatras pueden jugar el rol de salvadores ante este fenómeno global.
Al menos en República Dominicana, son muchos los pacientes que asumen tener depresión y acuden frecuentemente a terapias, según explica María Nelly Pérez, presidenta de la Asociación Dominicana de Psiquiatría.
“El consumo de medicamentos para reducir trastornos de este tipo es más usual de lo que por lo general parece, ya que no solo son los antidepresivos, también el uso de ansiolíticos es frecuente, pero de manera más delicada y solo se medican cuando los pacientes sobrepasan los límites de ansiedad”, señala Pérez.
Ambos medicamentos no se pueden confundir, pues los antidepresivos no producen nada hasta el momento en el que la persona empieza a sentir decaimiento; en cambio los ansiolíticos reducen los niveles de ansiedad funcionando como un sedante o hipnótico.
Controles de uso
En cuanto al mercado de los antidepresivos y ansiolíticos estos no son tan fáciles de adquirir, ambos están regulados por el Ministerio de Salud Pública a través de la Dirección de General de Drogas y Farmacias (DGDF) e interviene la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).
Para que los médicos tengan acceso a indicar esos medicamentos es de rigor tener una licencia solicitada a Salud Pública para que la DNCD facilite un número de cuenta bancaria y así se pueda pagar por la cantidad de recetarios que estén destinados a utilizarse en las consultas médicas.
Los recetarios tienen impuestos que deben pagarse en el Banco de Reservas y realizado el proceso de pago, con el recibo de éste, copia de la cédula y del exequátur, el médico podrá retirar el número de recetarios que le permitan.
La misma responsabilidad cae en los hombros de las farmacias a la hora de vender este tipo de medicamentos, por tanto deben tener igualmente el permiso para expedir, ya que no pueden vender sin recetas y despachar al detalle o más de lo indicado.
Según comenta la psiquiatra Pérez, no se venden libremente por el hecho de que tengan similitud con algunas drogas, sino porque tienen elementos que podrían usarse mezclando otros que sí resultarían alucinógenas como los ansiolíticos.
De manera personal, Salud Pública visita mensualmente las farmacias en todo el país para verificar los recibos y copias de las recetas como una forma de evitar que la venta de fármacos sea irregular.
Los antidepresivos más conocidos y adictivos
Los medicamentos actúan a nivel de los centros cerebrales donde está la captación y recaptación de la serotonina, algo que no es muy entendible por los que no conocen los escombros que esconde la psiquiatría.
Según la especialista, los antidepresivos de esta última generación, a partir del Prozac (fluoxetina), promovido como ‘’la felicidad empacada’’, solo son de una dosis única al día, y aunque en ocasiones el comprimido no resulte alcanzar el efecto esperado, el médico aumenta el tratamiento con más miligramos.
Prozac, el fármaco con más éxito en el tratamiento de millones de personas que padecen de depresión en todo el mundo, se introdujo en el mercado a partir de 1986 según su página oficial y su función es controlar la depresión, el trastornos obsesivo-compulsivo, de alimentación, así como el trastorno disfórico premenstrual y la falta de atención.
Otros antidepresivos son Celexa (Citalopram), Zoloft (setralina), Paxil (paroxetina), Lexapro (escitalopram), entre otros. En cuanto a los ansiolíticos están Alprazolam, Loracepam, Diacepam, Cloracepam y otros más que pertenecen al grupo de benzodiacepinas o reductores de ansiedad.