No todos los analgésicos que se venden sin receta son iguales. Aquí te ayudamos a escoger el que más te conviene. ¿Ibuprofeno o acetaminofén? ¿Tylenol, aspirina, Advil, Motrin, Aleve…? Y esos son solamente algunos de los nombres más conocidos. Escoger entre tantas ofertas de analgésicos sin receta en los anaqueles de la farmacia no es fácil. Para que no escojas a ciegas, te brindamos una guía con las ventajas y contraindicaciones de cada uno.
Puede que ni lo pienses dos veces al buscar alivio para ese constante dolor de cabeza, o de las articulaciones, y que tomes cualquier analgésico (pastilla para el dolor) que tengas en el botiquín de la casa. Un par de cápsulas de Tylenol, por ejemplo, y el dolor se va, al menos por el momento. Pero no lo tomes a la ligera. Hay diferencias entre esos analgésicos, aunque se vendan sin receta médica (OTC por sus siglas en inglés o “over the counter”), y algunos incluso pueden perjudicarte a corto o a largo plazo, especialmente si tienes alguna condición médica previa, o estás tomando otros medicamentos.
Para que los conozcas mejor, los hemos agrupado en tres grandes familias según su ingrediente activo y te explicamos a grandes rasgos sus ventajas y desventajas, así como las contraindicaciones. Estos tres grupos son:
a) Aspirina (o ácido acetilsalicílico).
b) Acetaminofeno o acetaminofén.
c) Ibuprofeno
A continuación te presentamos sus características principales que te ayudarán a decidir cuál te conviene más según tu estado de salud:
Aspirina
La aspirina funciona evitando que se libere una sustancia llamada prostaglandina y lo hace de dos formas. Lo que sucede es que las células que responden al dolor o que están dañadas producen una enzima llamada ciclooxigenasa-2 que, a su vez, produce la prostaglandina. La prostaglandina le avisa al cerebro en dónde te duele. El área afectada en donde se produce la prostaglandina también reacciona inflamándose. Lo que hace la aspirina es que actúa en la ciclooxigenasa-2, se le pega y evita que produzca la porstaglandina. De esta forma previene o disminuye la inflamación y reduce, evita o hace que desaparezca el dolor. Otro efecto de la aspirina es que evita que se acumulen y se depositen las plaquetas (unas células que tenemos en la sangre) en el interior de los vasos sanguíneos bloqueando un compuesto llamado tromboxano. Las plaquetas se necesitan para la coagulación pero cuando se acumulan dentro de los vasos pueden formar coágulos. Y, finalmente, a través de unas sustancias que se llaman interleukinas o interleucinas que actúa en el hipotálamo (un área del cerebro que controla la temperatura del cuerpo) para ayudar a bajar la fiebre.
Se usa para:
Aliviar los dolores de cabeza, musculares, de artritis, etc.
Bajar la fiebre.
Reducir la inflamación.
Disminuir el riesgo de accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos al reducir las posibilidades de que las plaquetas de la sangre formen coágulos.
No debes usarla:
Si padeces de problemas de acidez en el estómago, especialmente si tienes o has tenido úlceras. La aspirina irrita las paredes del estómago, y si la tomas en exceso, puede causar acidez, dolor, náusea y hasta sangrado gastrointestinal. En algunos casos, el sangrado puede producir anemia.
Si estás embarazada, sobre todo en los tres últimos meses del embarazo. Tampoco se recomienda tomarla si estás lactando.
Si padeces de una enfermedad que cause sangrado, como hemofilia o condiciones severas del hígado, ya que su capacidad para deshacer coágulos (favorable en casos de accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos) impide que la sangre se coagule adecuadamente. Por el mismo motivo, no debes tomar aspirina ni antes ni inmediatamente después de una cirugía.
Si padeces de gota (que es una enfermedad que causa dolor en las articulaciones debido a una elevación en el ácido úrico). La aspirina eleva los niveles de ácido úrico en la sangre.
En los niños y en los adolescentes, porque pueden desarrollar el síndrome de Reye, una trastorno que afecta diferentes partes del cuerpo y que pueden llegar a causar la muerte.
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