Los devotos católicos tienen una mejor vida sexual. Esta es la conclusión de un análisis realizado por The Family Research Council y publicado también en US New and World Report (cf. Devout Catholics Have Better Sex, Study Says). Los resultados del estudio se basan en investigaciones de varias décadas, especialmente en un estudio de la Universidad de Chicago: la Encuesta Nacional de Salud y Vida Social, de 1992.
pareja intimidad
De acuerdo a las investigaciones, la sexualidad más placentera y frecuente es la que se da entre los matrimonios católicos que frecuentan la Iglesia al menos una vez a la semana. Aquellos que adoran a Dios por semana tienen el mejor sexo, dijo Patrick Fagan, miembro del Family Research Council en una charla organizada con el Centro para la Promoción de la Educación Superior Católica. Y agregó: Yo quiero ver esto en la portada de Playboy en algún momento.
En el contexto de la presentación de los resultados, a mitad de 2013, Family Research Council también ha querido mostrar los devastadores efectos del sexo fuera del matrimonio y del consumo de pornografía: pobreza, violencia doméstica, delincuencia, desempleo y drogadicción.
Pero, ¿que la Iglesia católica no sataniza el sexo? Es precisamente a esa cuestión a la que responde el doctor Gregory K. Popcak, director del Pastoral Solutions Institute, en un artículo publicado en el área de blogs católicos del portal Patheos.com (cf. ”Do We HAVE To?” Natural Family Planning and the Reluctant Couple): Pensando que la Iglesia católica odia el sexo, el cual es utilizado sólo para mantener a la mujer en constantes embarazos, muchas parejas creen que la Iglesia no tiene nada interesante y útil que decir sobre la sexualidad. Si eres una de estos matrimonios, ¡bienvenido! Quisiera compartirles algo que ustedes y sus amigos, familias y medios no saben: la Iglesia católica, Dios, ante todo, quiere que ustedes tengan una vida sexual increíble, siempre más apasionante y que dure siempre.
Fue Juan Pablo II quien de una forma más sistematizada dedicó no poco tiempo de su Magisterio a desarrollar una enseñanza sobre lo que significa la sexualidad humana en el plan de Dios y en la vida de los matrimonios. Se llamó «teología del cuerpo». Y a este campo del amor humano consagró las catequesis semanales del 5 de septiembre de 1979 al 28 de noviembre de 1984.
Esa doctrina explica perfectamente lo que los estudios demoscópicos refieren respecto a una vida sexual más activa y satisfactoria en el contexto matrimonial católico: en la relación marital el cónyuge católico no sólo compromete su dimensión física sino también su dimensión espiritual.
Los matrimonios católicos «practicantes» son conscientes de que la relación íntima supone una comunión más profunda que parte del deseo recíproco carnal dentro del matrimonio pero que vaya más allá de la corporalidad. El sexo pasa de ser un acto físico para convertirse en una comunión espiritual al grado de que, parafraseando el libro del Génesis, se convierten no sólo en una carne sino también «en una sola alma». En definitiva, el Magisterio católico ha subrayado, especialmente en las últimas décadas, que la sexualidad es un don de Dios que, como tal, no puede banalizarse. Ciertamente el ejercicio de esta sexualidad, siendo un regalo de Dios para los matrimonios, supone unas «reglas del juego»: unos criterios y métodos que respeten la verdad total del encuentro conyugal.
Fuente Religionenlibertad.com