Mientras la muchachada disfrutó a todo dar del concierto de su ídolo del momento Justin Bieber, la prensa encargada de dar cobertura al espectáculo sufrió amargamente un trato vejatorio y humillante.
Todo inició desde la entrada al concierto. Al parecer algún genio del equipo organizador encontró más placentero dificultar el trabajo a los colegas, y los hizo entrar por la puerta del “Beliebers Zone”, sorteando las pisadas entre una inmensa multitud de jovencitas que coparon esa última puerta de la parte oeste del Estadio Olímpico.
Logramos entrar entre apretujones, empujones y lluvia de quejas de madres que desde las 5:00 de la tarde estaban en la fila y no habían podido entrar con sus hijas cuando el reloj marcaba las 7:40 de la noche.
No nos revisaron y las encargadas de colocarnos un bazalete, ni cuenta se dieron que le cruzamos por el lado, con todo y que cada uno llevábamos en el pecho la inmensa credencial de PRENSA. Al terreno, otros colegas nos advirtieron que teníamos que regresar a la puerta de entrada y buscar a alguien del staff, para que nos ponga la innecesaria banda de color verde (para fotógrafos) y roja (para cronistas) en la muñeca.