Ariel Castro fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de salir en libertad condicional tras declararse culpable de mantener cautivas durante 10 años a tres mujeres en su casa en un suburbio de la ciudad de Cleveland, en EE.UU., el pasado viernes 26 de julio.
El hombre, de 53 años y origen puertorriqueño, aceptó la cadena perpetua y de esta forma evitó una posible pena de muerte por 937 delitos de homicidio, secuestro, violación y asalto que le fueron formulados.
Tras leer la letanía de cargos contra el acusado, el juez Michael Russo, especificó que, por la gravedad de los delitos, muchas de las sentencias que las cumplirá de forma consecutiva y que eso garantizará que el condenado no saldrá de la prisión bajo ninguna circunstancia.
Adicionalmente, Castro deberá pagar unos US$ 100,000 en costos relacionados con el juicio.
El 6 de mayo una de las tres secuestradas -Amanda Berry- logró escapar y alertó a las policía que logró rescató a Michelle Knight y Gina DeJesus.
Las mujeres desaparecieron entre 2002 y 2004. Fueron secuestradas de forma separada y según la parte acusadora fueron mantenidas en cautiverio y violadas repetidamente.
En declaraciones al tribunal previas al anuncio de la sentencia, Castro aseguró que “no era un monstruo”, negó ser “un depredador sexual violento” sino que “simplemente era un enfermo”, aunque sugirió que las relaciones sexuales que mantuvo con ellas fueron consensuadas.
En un tono lloroso Castro dijo que se disculpaba ante sus víctimas y les pidió perdón nombrando a cada una, aunque aseguró que en la casa había “gran armonía” y que las secuestradas, a quienes afirmó no haber torturado nunca, eran “felices”.
Pero el juez Russo dijo a Castro que siempre tuvo la posibilidad de elegir y que le quitó a sus víctimas, que eran adolescentes al momento de ser secuestradas, la posibilidad de crecer y socializar.
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“LLoré cada noche”
Poco antes Michelle Knight, una de las mujeres secuestradas por Castro aseguró que el hombre le robó 11 años de su vida y aunque dijo que puede perdonarle “nunca” olvidará, y que merece pasar el resto de su vida en prisión.
“Lloré cada noche, los años se volvieron una eternidad”, contó una sollozante Knight, “nadie debería tener que pasar por lo que yo pasé”, y recordó que cuando fue secuestrada en 2002 tenía un hijo de apenas dos años que se quedó solo.
Los investigadores del caso destacaron que las características de la zona de Cleveland donde vivía Castro, un barrio pobre del este de la ciudad, facilitó que el secuestro se prolongara por tanto tiempo sin ser descubierto.
Se trata de barrios con muchas casas derruidas, deshabitadas y a veces condenadas con tablones en sus ventanas donde se ve poca gente realizando actividades en las calles.
Los cuerpos de policía destacan que este tipo de casas generalmente sirven de guaridas para delincuentes y drogadictos y por eso muchas ciudades procuran derrumbarlas para evitar la propagación de crímenes.
Es un fenómeno que se ocurre particularmente en las ciudades del llamado cinturón industrial del noreste de EE.UU., donde lo que antes eran zonas de clase media se han ido empobreciendo debido al cierre de empresas y la pérdida de fuentes de trabajo.