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sábado, 6 de agosto de 2016

Oposición enfrenta el reto de renovarse de cara al año 2020

En el discurso de cierre de su campaña por la reelección, el presidente Danilo Medina le señaló a los grupos de oposición el camino que han de seguir para alcanzar el poder: “Si no se preparan para el futuro, van a tener que pasar muchos años haciendo filas, porque el PLD va para largo dirigiendo la República Dominicana”.



Y ese es precisamente el gran reto que tienen los partidos y grupos adversos al PLD: qué hacer para enfrentar una maquinaria política que lo controla todo y que tiene muy claro que su objetivo principal es mantenerse en el poder.

De hecho, el nuevo período inicia con un presidente reelecto, con un ritmo de trabajo que hace pensar que está en campaña, y cuyo partido tiene control absoluto del Senado y la Cámara de Diputados, es mayoría en los ayuntamientos, domina el Poder Judicial, la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, el Tribunal Constitucional, la Cámara de Cuentas, además de las instituciones del Gobierno Central y las descentralizadas.

A esto se le agrega la influencia en los medios de comunicación a la hora de crear percepciones, y la presencia de miembros y allegado al partido de gobierno en los principales grupos económicos del país, así como en las organizaciones que agrupan al sector laboral.

El 17 de mayo Luis Abinader dijo que el presidente Danilo Medina obtuvo la mayoría de votos “a base de la amenaza oficialista de quitarle el empleo público o los subsidios” a los electores y la “descarada utilización de los recursos del Gobierno”.

Si es así, la oposición sabe que enfrenta a un adversario que no está dispuesto a dejarse desalojar del poder, y que va a echar el pleito en el peor de los escenarios, sin equidad electoral.

Las fuerzas de oposición

Las organizaciones políticas que conforman la oposición son el PRM, el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), el Frente Amplio, la Fuerza Nacional Progresista (FNP), el Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano (PQDC), Alianza País (AP), Alianza Por la Democracia (APD), Dominicanos por el Cambio (DxC), Partido de Unidad Nacional (PUN), Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) y el Partido Humanista Dominicano (PHD).

A estos se les agregan figuras como Minou Tavárez Mirabal y Manuel Jiménez, que se distanciaron del PLD, así como organizaciones de izquierda.

La oposición representa desde el poder mismo a una franja del 37.81% de la población (34.98% del PRM y aliados y 2.83% de AlPaís, FNP, PQDC, PUN, PRSD y APD), con 64 diputados (48 del PRM, 14 del PRSC y 2 de AlPaís y el PQDC). El PRM, la fuerza más importante, aporta además dos senadores, 32 alcaldes y 50 directores de Distritos Municipales y una gran cantidad de concejales.

Unidad y línea opositora

El primer gran reto que tiene la oposición de cara a la cita del año 2020 es definir si realmente se quiere desalojar al PLD del poder, y luego y ejecutar un plan común para lograrlo, sin que cada grupo deje de trabajar en su crecimiento particular.

Tras el proceso electoral, esas organizaciones opositoras llevaron a cabo una serie de acciones en protesta por lo que definieron como un gran fraude a favor del presidente Danilo Medina, una señal de que Luis Abinader (PRM), Federico Antún Batlle (PRSC), Guillermo Moreno (AlPaís), Pedro Corporán (PUN), Max Puig (APD), Eduardo Estrella (DxC), Elías Wessin Chávez (PQDC), Pelegrín Castillo (FNP) y Fidel Santana (Frente Amplio) pueden conciliar intereses para enfrentar al Gobierno y al PLD.

Esto pasa por ejecutar una línea política que permita a la oposición presentarse como una alternativa diferente a lo que ya se conoce de un PLD que avanza hacia 16 años seguidos de gobierno, haciendo buenos gobiernos municipales y siendo la diferencia en el Congreso.

Es decir, plantear una visión económica y una forma de organización del Estado diferente al PLD, para construir alianzas con los distintos sectores económicos y sociales que ven en el PLD a una organización corporativa que ha acumulado un gran poder económico y que puede desplazarlos.

Este sector empresarial ha denunciado desconfianza en las instituciones, producto de la falta de orden y la inexistencia de un adecuado régimen de consecuencias, lo que de no ponérsele freno coloca al país a las puertas de consecuencias impredecibles.

Esos grupos empresariales han demandado desde sus respectivos escenarios las reivindicaciones que la oposición debe exigir por todos los medios, lo que los convierte en aliados naturales, como son una nueva Ley Electoral que marque las reglas de los procesos de manera clara, haciéndolos cada vez más organizados, transparentes y evitando el uso y abuso de los recursos del Estado; la aprobación de una ley de partidos, y la plena independencia y fortalecimiento de las instituciones llamadas a implementar y regular todo lo relativo a las elecciones y a garantizar el cumplimiento de las leyes.

A todo esto se suma la acción directa, es decir, el golpeo sistemático a un gobierno y partido que al cabo de cuatro gobiernos y en desarrollo de un quinto mandato no tendría cómo culpar a la oposición de los problemas no resueltos en el país.

Pero sobre todo, la oposición debe dejar de apostar a los conatos de crisis que dentro del partido morado puedan surgir.

El factor social

En el cuatrienio que inicia, bien podría decirse que el factor social, la pobreza y el cansancio que provoca en la población 12 años seguidos del mismo grupo gobernante están a favor de la oposición.

Sin embargo, si algo ha quedado demostrado es que la situación de pobreza no necesariamente se traduce en votos en contra del oficialismo, pues las encuestas previas a las elecciones señalaban que entre el 52% y el 68% de la población decía que el país iba por mal camino, pero no obstante la aceptación de Danilo Medina se movía entre el 57% y el 63%.

Del PRM depende la unidad opositora

Uno de los aspectos más delicados con los que tendrá que lidiar la oposición es el problema de la unidad y la figura que lo represente. Luis Abinader y el PRM obtuvieron en el pasado proceso electoral el 26.82% de los votos, y junto a los aliados el 37.81%, lo que lo erige como el líder natural de las fuerzas opositoras.

Pero no es así, debido a la tradición de sectarismo que existe en la política y en los líderes políticos dominicanos.

No es casual que luego de las acciones conjuntas de denuncias de fraude electoral, de repente se note un enfriamiento, al punto de que los partidos que enfrentaron al PLD en las urnas hace casi dos meses no hacen una acción conjunta.

De hecho, una de las principales figuras, Guillermo Moreno, prácticamente ha desaparecido del escenario.

Igualmente preocupante para la oposición es cómo se desarrollen los acontecimientos en el PRM, heredero del germen anárquico perredeísta, y donde ya se nota el tira y jala de dos grandes grupos en procura a controlar el partido de cara a la convención que está supuesta a llevarse a cabo el año próximo.
De cómo el PRM sobrelleve sus asuntos internos dependerá el grado de unidad de la oposición. En el partido moderno está la primera muestra de liderazgo que Abinader debe presentar.

Las cifras

61.74%
El PLD y sus aliados obtuvieron una votación a nivel nacional de 61.74%, la más alta en la historia electoral del país.
34.98%
A pesar de ser de reciente formación, el PRM y sus aliados fueron favorecidos con el 34.98% de los votos.
2.83%
Los partidos minoritarios que acudieron a las elecciones obtuvieron una votación equivalente al 2.83%.

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