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miércoles, 20 de enero de 2016

La iglesia Católica se queja por los niveles de violencia en RD

Adriana Peguero

Santo Domingo.- La violencia, inseguridad ciudadana y criminalidad han alcanzado niveles preocupantes, al punto de permear todas las esferas de la sociedad dominicana, a juicio de la Conferencia del Episcopado Dominicano.

“Este flagelo ha calado desde la familia con los feminicidios, hasta los secuestros y el sicariato. Segar la vida de un ser humano por un simple celular, hasta tener que soportar la vergu¨enza de presenciar la implicación en hechos delictivos de miembros de las mismas instituciones encargadas de garantizar el orden público y combatir la violencia, así como la seguridad ciudadana y nacional”, manifiestan.

La conferencia del Espicopado Dominicano se expresó en esos términos en su Carta Pastoral de enero, la cual emitieron, a propósito de la celebración del Día de La Altagracia que se celebra el día 21 del presente, y en la que dejaron ver sus quejas por la violación del sagrado derecho a la vida desde sus inicios.

“Las víctimas de la violencia, de la inseguridad ciudadana y la criminalidad claman misericordia”, indica.

Corrupción
La Conferencia del Episcopado Dominicano consideró de igual forma que la corrupción que se vive en la República Dominicana priva a la población de recursos económicos que deberían ser destinados para satisfacer sus necesidades básicas en educación, vivienda, alimentación, salud, seguridad, justicia y salarios dignos.

Los obispos expresan preocupación también por la desigualdad social, la impunidad, la complicidad, el incumplimiento de las leyes, la inseguridad ciudadana, el cobro de peaje y las políticas del mercado.

“La corrupción crea una escandalosa situación de inequidad y desigualdad social, ensanchando la brecha entre personas que se han hecho ricos como por arte de magia, sin otra justificación que haber pasado por el tren administrativo público, mientras que una gran mayoría de personas honestas apenas logra sobrevivir con el esfuerzo de toda una vida de trabajo”, expresaron en la Carta Pastoral que hicieron extensi va al director del LISTÍN DIARIO, Miguel Franjul.

Consideran como un gesto de inmisericordia que va en detrimento del desarrollo de la nación, el cobro de “peajes” a los inversionistas, al considerar que en vez de estímulos, se les ahuyenta.

Falsas promesas
La Conferencia del Episcopado Dominicano de igual manera criticó las falsas promesas que hacen los políticos a la población votante, a propósito de que en mayo del presente año se realizarán las elecciones generales, y esperan sus aportes.

“Los candidatos en sus discursos de campaña hablan habitualmente de cercanía, de escuchar los reclamos del pueblo, de tener en cuenta las necesidades de los pobres, ser su voz en las entidades públicas que ocupen, sin embargo, percibimos la devaluación de la credibilidad en el ejercicio de la política. Los engañados por falsas promesas electorales claman misericordia”, expresan.

Ricos e impunes 
El documento precisa que la gente percibe que la política es un negocio de fácil enriquecimiento para unos pocos que logran escalar a puestos dirigenciales en el tren gubernamental, y no un ejercicio de servicio a la sociedad y al bien común.

Según la Carta, entienden que la impunidad y la complicidad han sido los mejores aliados de corruptos en los sistemas políticos en todo el mundo y que esta es la mejor manera de incentivar a los corruptos a apropiarse de los bienes del pueblo y una manera de mal educar a las nuevas generaciones. “Los empobrecidos, víctimas del sistema corrupto, piden misericordia para que les sea devuelto lo que en justicia les pertenece para vivir con dignidad”, indican.

Chivos sin ley
De igual forma, la Conferencia del Epicopado se quejó porque a su juicio en este país no faltan las leyes, pero son irrespetadas y solo se aplican a los ciudadanos de una manera muy selectiva.

“Un país donde a todo se le quiere buscar la vuelta con tal de evadir de hacer lo correcto. Las víctimas de las injusticias claman por un trato más justo y misericordioso”, precisan.

La minería
“Nuestra madre tierra también clama misericordia ante despiadadas agresiones sistemáticas de las mineras, la extracción de arena de los ríos y la deforestación de sus orillas, la reducción a cenizas por manos criminales de muchos de nuestros bosques, la tala indiscriminada de árboles en nuestras reservas naturales con fines comerciales, en fin, por la brutal depredación a que está siendo sometida la madre naturaleza en nuestro frágil ecosistema insular”, expresa la Conferencia del Episcopado Dominicano.

Esperanza
“El panorama que vivimos en la República Dominicana nos abre un horizonte propicio para la práctica de las obras de misericordia. Partiendo de nuestra realidad económica, socio-cultural, política y religiosa, estamos desafiados a dar respuestas a estas realidades desde el principio evangélico de la misericordia al estilo de Jesús de Nazaret”, expresan.

Y es que según manifiestan da la impresión de que la gente se ha inmunizado frente a todos estos males que afectan a la sociedad y al mundo, o que han ido perdiendo la capacidad de asombro y de reaccionar acorde con el evangelio y los más elementales intereses del ser humano.

“Estas deshonrosas situaciones nos interpelan y nos llevan a dar una respuesta esperanzadora desde el Evangelio de la misericordia”, puntualizan.

(+) MIEMBROS CONFERENCIA DEL EPISCOPADO 
La Conferencia del Episcopado Dominicano la integran los monseñores cardenal Nicolás de Jesús López Rodriguez, Freddy de Jesús Bretón Martínez, Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, José Dolores Grullón Estrella, Francisco Ozoria Acosta, Diómedes Espinal de León, Julio César Corniel Amaro, Fausto Ramón Mejía Vallejop, Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez, Andrés Napoleón Romero Cárdenas, Amancio Escapa Aparicio, Valentín Reynoso Hidalgo, Víctor Emilio Masalle Pere, Ramón Benito de la Rosa y Carpio, Fabio Mamerto Rivas Santos, Jesús María de Jesús Moya, Antonio Camilo González, Rafael Leonidas Felipe Núñez y Pablo Cedano Cedano.

Destacan que esta Carta Pastoral tiene como finalidad llevarles “nuestro aliento y cercanía de pastores a todos aquellos hermanos que se sienten abandonados, rechazados, faltos de atención y acogida en nuestra sociedad dominicana”.