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lunes, 23 de febrero de 2015

Delinquir para comprar calzados llama a preocupación

La República Dominicana está sumida en una profunda crisis, acrecentada por la impunidad, corrupción y el narcotráfico, que en la actualidad son las situaciones que más están afectando a la sociedad, sostuvieron el psiquiatra Secundino Palacio y el psicólogo Andrés Genao, quienes concuerdan con el procurador general de la República, al afirmar que los jóvenes se asocian para robar y comprar ropas y calzados.
 
Al analizar el planteamiento de Francisco Domínguez Brito, quien ha sostenido que los robos que protagonizan los jóvenes no responde al deseo de sustentar sus vicios, sino al de comprar calzado deportivo de moda, Palacio opinó que la acción delictiva de un ser humano, sea cual sea, es una violación a las normas de convivencia social motivada por necesidades materiales y espirituales.
 
Para el especialista el país anda muy mal, situación que mueve a la preocupación de todos los sectores de la vida nacional. Dijo que una evidencia de la descomposición social existente se observa en las escuelas públicas que están permeadas por estudiantes con conductas inapropiadas y donde además  impera el narcotráfico.
 
“La sociedad en sentido general está siendo bombardeada  por el consumismo y los íconos de referencias que antes eran el maestro, médico o el bombero,  ahora son el gran capo y el político ladrón; por ende los elementos de referencia ya no tienen trascendencia”, apuntó.
 
A su juicio, el  proceso de crecimiento y desarrollo sano está en el suelo y los jóvenes tienen como muestra de éxito, el hedonismo, exhibicionismo y la ostentación de riquezas.
 
Entiende el  experto que  no hay que satanizar a un joven porque aspire a tener los tenis de moda o un celular de última generación, pues eso es justamente, lo que se  mercadea, y en consecuencia va detrás de ese mundo presumido y vacío que se exhibe en las narconovelas.
 
El doctor Palacio fue más lejos al pronosticar que aún a los dominicanos les quedan muchos episodios por ver en este estado de cosas.
 
Criticó que a los jóvenes no se les lleve el mensaje de que el éxito es hijo del trabajo sistemático, el estudio, esfuerzo, ahorro y la planificación, y lamentó que contrario a esto sigan el ejemplo de funcionarios o políticos corruptos, al narcotráfico o todo lo que esté diseñado para obtener ganancia rápida.
 
Al analizar la realidad que vive la población dominicana, el psiquiatra cree que la situación actual modifica los modelos de referencia, al no ponerlos en el lugar que se corresponde.
 
“Porque si  los jóvenes escuchan cuatro horas de música clásica diaria, algo le queda y si ven seis de narconovelas entonces retienen el  crimen, la  muerte y el terror”, apuntó el especialista.
 
Para el facultativo los jóvenes delinquen en búsqueda de ganancia secundaria y obtención de riqueza fácil. Entiende  que el país tiene recursos humanos y materiales para desenmarañar y detener la podredumbre del tejido social. “No vamos a tener hombre y mujeres fuertes,  sino hay familias, escuelas ni sociedades fuertes, y ahí es donde se construyen los seres humanos”.
 
Mientras que el psicólogo y catedrático universitario Andrés Genao, al referirse al tema dijo que lo expresado por Domínguez Brito, “tiene mucha lógica, porque esa es la realidad que impera entre muchos jóvenes.”
 
Lamentó que en ciertos segmentos de la sociedad dominicana se haya creado la cultura de que “el que nada tiene, nada vale y eso provoca tentaciones entre algunas personas, sobre todo en los jóvenes”. El profesional de la conducta observó que “muchas veces, los más pobres se organizan, planean robos, atracos para comprar ropa y calzado, sobre todo tenis, y colocarse al mismo nivel de sus vecinos cuyos padres tienen posibilidad de costearles esos gustos.
 
Para ir en auxilio de la sociedad dominicana se necesita fortalecer tres componentes: familia, escuela y sociedad, así como hacer un esfuerzo común por adecentar y fortalecer  la población, de lo contrario seguiremos  teniendo mayores niveles de criminalidad y violencia, reflexionó el doctor Secundino Palacio.