Según el portal web Terra.com, el doctor Gerst Holstege llegó a esta conclusión durante un experimento en el que buscaba analizar cómo se comporta el cerebro cuando tenemos experiencias sexuales placenteras. Para ello colocó parejas debajo de un escáner de emisión de positrones que tenían que masturbarse mutuamente. “No hicieron el amor, ya que esto resultaba técnicamente imposible. En el scanner hay sólo espacio para una persona”, detalló.
Dice que durante el estudio, Holstege observó que era necesario que los participantes usaran calcetines para mantener una temperatura agradable que aumentara las posibilidades poder llegar al clímax. Notó que los que sentían frio en sus pies tuvieron más dificultades debido a la conexión reflexológica que existe entre estas zonas y los órganos sexuales.
Explica que Gesrt descubrió además que cuando sentimos un gran placer “todas las regiones del cerebro relacionadas con el miedo o la alerta se apagan”.
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