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miércoles, 12 de marzo de 2014

Olga Mejía de Leclerc; paradigma de la mujer noroestana.


Con pisada lenta y el ánimo sereno, la educadora Olga Mejía de Leclerc avanza hacia el lugar en donde será investida con un significativo galardón con el que la Presidencia de la República y el Ministerio de la Mujer reconocen a un puñado de abnegadas mujeres que, por su descollante desempeño en diferentes ocupaciones, disciplinas y áreas del saber, se han ganado un espacio en el conglomerado de estrellas que engrandecen el firmamento de la República Dominicana.




Un doloroso padecimiento limitó su accionar por espacio de más de 15 años, tras sufrir un accidente automovilístico en 1993, mientras trajinaba en los afanes por diseminar la educación y la cultura entre la juventud estudiosa de las comunidades  más desprotegidas de nuestro país. Sin embargo, con todo y sus achaques, en el curso de estos años se ha mantenido inconmovible, vigilando el rendimiento académico del inconmensurable  ejército de párvulos y educandos que han pasado por el exigente tamiz con que conduce su delicada misión profesoral.



Y es que, en mujeres como Doña Olga, que tienen sobre sus hombros el honroso legado de abnegación y heroísmo  que caracteriza a los habitantes de las extensas sabanas y serranías de la Línea Noroeste, la entrega sin reservas a la incesante y enaltecedora labor del magisterio ha constituido en el curso de varias décadas, más que un oficio, una labor de siembra, en aras de cultivar productivas cosechas integradas por legiones enteras de ciudadanos útiles que dispongan sus esfuerzos en bien del engrandecimiento de la Patria.



Olga Mejía es oriunda de Dajabón. Se estableció en San Ignacio de Sabaneta, provincia Santiago Rodríguez,  atendiendo al imperativo de su apostolado docente y allí mismo implantó las bases de su núcleo familiar, en unión de su esposo el señor Hugo Leclerc. 4 hijas constituyen la prole de esta pareja que disfruta del aprecio de sus conciudadanos y la devoción de sus compueblanos.



Se ha desempeñado con notable acierto en las funciones magisteriales, tanto en las ramas de educación inicial y secundaria como en el nivel de educación superior universitaria. Fue Directora del Liceo Librado Eugenio Belliard, coordinadora regional del Programa de Capacitación de los Maestros de Educación Básica y fundadora y Directora del Colegio Francisco Bueno Zapata. Ha ostentado posiciones dirigenciales a nivel regional en la Asociación Dominicana de Profesores -ADP-, fue Presidenta del Consejo de Administración de la Cooperativa Sabaneta Novillo -COOPSANO- y Directora de la Defensa Civil, entre otras ocupaciones.



Fue una de las pioneras en los movimientos de opinión orquestados en pro de la instalación de un centro regional dependiente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD- en la región noroeste del país, con epicentro en Mao -Valverde- y una extensión en Sabaneta, puntos desde donde se propagaría la siembra del intelecto a toda la región y la frontera norte, como ha quedado demostrado con el paso de los años.



Con mano firme y diligente, desde la jerarquía docente y administrativa del Centro en cuestión -que ocupó por espacio de varios años-  o prevalida de su abnegada condición de educadora, se mantuvo irradiando luz en beneficio de la superación de los muchachos a su cargo; y en ese constante ir y venir, desde los lejanos linderos del noroeste hasta las instalaciones del campus central de la UASD, dando curso a diligencias de corte académico, administrativo o de mejoramiento de las condiciones físicas en la infraestructura del centro regional, también le vimos, en innumerables ocasiones, acarreando libros, folletos y otro tipo de material didáctico, adquiridos en el Economato de la Academia o la Editora Universitaria -en ocasiones con sus propios recursos-, para trasladarlos consigo en voluminosos paquetes  y entregarlos a los destinatarios, en Mao y Sabaneta, lugares en donde los citados textos eran de difícil adquisición.



Por muchos años, fue la voz vibrante que se irguió con estatura de gigante para reclamar el cumplimiento de múltiples demandas magisteriales y reivindicaciones sociales, el cese de los atropellos y la excarcelación para los integrantes de las oleadas estudiantiles y comunitarias que exigían sus derechos a viva voz, en el curso de diferentes gestiones gubernamentales.



            Al igual que cada una de las valiosas damas que reciben la Medalla al Mérito 2014 en ocasión de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer celebrado en todo el orbe el 8 de Marzo, por sus atributos personales y sus incontables aportes a la superación y desarrollo de la juventud estudiosa  de  nuestro  pueblo,  la  excelsa educadora Olga Mejía de Leclerc se constituye en una fiel representante de la mujer dominicana y un ejemplo digno de ser emulado.



Para los habitantes del legendario territorio de la Línea Noroeste, la exaltación que se hace en la ocasión a esta digna dajabonera, sabanetera por adopción y liniera a carta cabal, representa un inconmensurable motivo de orgullo.



Y para el suscrito, en particular, que compartí con ella una parte de la lucha cotidiana, los afanes, esfuerzos y –a veces- sinsabores, de las labores académicas y administrativas en la Universidad Primada de América y, por ende, fui testigo de excepción de la entrega sin límites desplegada por esta esforzada mujer en beneficio de nuestra juventud estudiosa, constituye un doble orgullo el justo reconocimiento con que se le ha investido.



Atendiendo al imperativo regional y a un compromiso de afecto y fidelidad cuasi familiar, hemos acudido al significativo acto en que se exalta las descollantes virtudes de este abanico de prestigiosas damas de nuestro país, en la intención de expresarle a viva voz a nuestra insigne dajabonera el placer que nos embarga por la premiación con que se le distingue en esta oportunidad.



Viéndole desplazarse con cierta agilidad, a pesar de las limitaciones propias de su condición, tuvimos el grato placer de compartir por breves instantes con esta locuaz y talentosa maestra de generaciones. Y al hacer uso de las palabras de agradecimiento en representación de todas las homenajeadas, Doña Olga nos dio, a todos, una lección de su grandeza espiritual, su visión de miras y su profundo apego al sacerdocio docente que ha signado sus pasos. Casi concluyendo su intervención, lanzó al viento un mensaje de aliento en apoyo a los jubilados del sector profesoral y de cualquier otra disciplina, que llegan al final de su existencia, habiendo dejado en el recorrido las garras, las ilusiones y el vigor de la juventud, con sus facultades físicas sensiblemente diezmadas y contando, en algunos casos, con la soledad como compañera y un cheque de jubilación en las manos cuyo exiguo monto ni siquiera alcanza para la compra de los medicamentos con que viene  aparejada la vejez.



Estas, y otras cosas, las pronunció esta valerosa mujer en tono firme y preciso y con una resonante voz salida de las entrañas del pueblo, en un vibrante clamor que de seguro llegó con toda nitidez a los oídos atentos y el corazón abierto del primer Mandatario, así como al funcionariado estatal y todo el público presente en el atiborrado Salón de las Cariátides del Palacio Nacional

No exagero si les digo que, en este día, cada hogar de la Línea Noroeste celebra con beneplácito el lauro recibido por Doña Olga Mejía de Leclerc, una ejemplar depositaria del temple, la constancia y el coraje que caracteriza a la mujer dominicana.





Enhorabuena!!