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sábado, 22 de febrero de 2014

Maltrato a niños: realidad alarmante en RD


Bairon es un nombre ficticio empleado para narrar el triste caso de un niño de 7 años de edad, a quien su madre le quemó brutalmente sus manitas, como castigo por sustraer dinero de su casa sin previa autorización.
 
El pequeño debió ser llevado a un hospital de la zona y luego trasladado al Luís Eduardo Aybar, a causa de graves quemaduras en primer, segundo y tercer grado ocasionada por su progenitora, por supuestamente robarle $20 pesos, en un hecho ocurrido en la comunidad de Boca Chica.
 
De acuerdo a vecinos del lugar, el infante constantemente era sometido a malos tratos y golpizas por parte de su mamá.
 
Otro hecho reciente que consternó a la población fue la cruel muerte a estrellones de un recién nacido por parte de su madre, en un seceso ocurrido en Loma de Cabrera, en la provincia de Dajabón.
 
Según versiones, Deyci Inoa, de 40 años de edad, quien aparentemente sufre trastornos mentales, entró a la vivienda, tomó al infante de tres meses y lo embistió contra la pared.
 
Por los gritos, los vecinos acudieron al lugar encontrando al bebé en estado agónico. Lo llevaron al hospital Ramón Adriano Villalona donde falleció; en tanto la mujer fue detenida por agentes policiales y llevada un centro médico, donde es atendida.
 
Uno de los principales problemas que afecta a los niños y niñas es la violencia en todas sus expresiones: maltratos físicos, psicológico y explotación laboral. Esa realidad es más notoria, especialmente, en los infantes que residen en hogares de escasos recursos económicos.
 
Según un estudio realizado el pasado año por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en el 83 por ciento de los hogares dominicanos se ejerce castigo infantil.
 
Similar investigación da cuenta que el 67.4% de los domicilios en esta nación  utiliza el castigo físico o sicológico como método para disciplinar a sus hijos, en una conducta de la que no escapan los chiquillos con discapacidad, que en muchos casos son víctimas de abusos y maltratos por parte de familiares.
 
Las desalentadoras cifras están contenidas en el Análisis de la Situación de la Infancia y la Adolescencia en la República Dominicana 2012, en donde cita también que el 56% de la población en trabajo infantil realiza actividades peligrosas.
 
Esto ocurre pese a que el Estado dominicano es signatario de acuerdos internacionales a favor de la niñez, entre ellos la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989.
 
Ese convenio, en su Artículo 19, expresa: “Es obligación del Estado proteger a los impúberes de todas las formas de malos tratos perpetrados por padres, madres o cualquier otra persona responsable de su cuidado, y establecer medidas preventivas y de tratamiento al respecto”.
 
La Ley 136-03, conocida también como “Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de los Niños, Niñas y Adolescentes”, provee el marco legal para la protección de los menores de edad.
 
Experto opina
 
Al abordar la problemática, el siquiatra Secundino Palacios muestra preocupación por la frecuencia con que ocurren esos eventos, pues añade que son casos que se dan al interior del hogar y no salen a la luz; pero, insiste en que el nivel de ultraje y violencia contra menores es muy alto en la República Dominicana.
 
El experto cita como ejemplo los que piden en las intersecciones de las diferentes calles y avenidas del país: “Esas esquinas tienen dueños desde las 7:00 de la mañana hasta las hasta la 11 de la noche, que vienen los verdugos y les quitan el dinero, los agarran, los golpean y les llevan al lugar donde malhabitan”.
 
Para el siquiatra, ese cuadro genera la construcción de un antisocial sin posibilidades de retorno y hacia la delincuencia y es un hecho incontrovertible, pues no existen políticas públicas para sacarlos de las calles e integrarlo a la sociedad.
 
“Los niños constituyen el futuro de un país, pero cuando son maltratados, ese destino se torna incierto”, señala Palacios y agrega que los golpes físicos y emocionales podrían reflejarse en la adultez de los pequeños.
 
El caso de Bairon, el chico que encabeza la conmovida historia relatada al inicio de estas líneas, se repite a diario y lamentablemente no sale a la luz pública, ocasionando  que miles de menores sean convertidos en víctimas, paradójicamente, de las mismas personas que les trajeron al mundo: sus padres. A veces sin llegar al extremo pavoroso como el infante que murió.
 
Las alarmantes estadísticas sobre estos temas de violencia, no solo confirman la presencia del drama en el país, sino que advierten una escalada de procesos que a estas alturas resulta escalofriante, pues nunca terminan de reflejarse en su justa y real dimensión, debido a que muchos jamás se denuncian y se pierden en el silencio y el dolor de los menores.