El viernes se reanuda la acción en las Grandes Ligas, y estaremos concentrados en los jugadores que serán cambiados antes del 31 de julio, la lucha divisional y el futuro de Manny Ramírez y Alex Rodríguez.
En la agenda estará el seguimiento a los jonrones de Chris Davis, la producción de Miguel Cabrera y las salidas del virtuoso Bartolo Colón.
Sin embargo hay otros aspectos en el béisbol que es interesante recrearlos.
En el béisbol todo está registrado, y aunque las estadísticas son “como los bikinis que enseñan una parte, pero no el todo”, este pasatiempo es un deporte de números. Le sirven al periodista como el poste de luz al borracho.
Todo lo que se hace en la colina los sustos, en los jardines y hasta en las gradas se mide con números, y estos se convierten en récords. Absolutamente todo está registrado en los libros de los anotadores.
Cambiaron las esposas
Lo que nadie olvida, sobre todo los parciales de los Yanquis, es que el cinco de marzo de 1973, se produjo uno de los escándalos más increíbles en la historia de las Mayores, y sucedió en la bella ciudad de Fort Lauderdale, Florida, donde el sol para esa fecha quema como un buen trago puro de coñac.
En el boletín de los Yanquis no se daba cuenta de la explosiva noticia, lo que se analizaba era la regla del bateador designado que por primera vez sería utilizado, pero en el palco de prensa del parque newyorquino se comentaba de una negoción muy especial: Los lanzadores zurdos de la rotación de los Yanquis, Mike Kekich y Fritz Peterson, se intercambiaron las esposas, los hijos, los automóviles, los perros y las casas. Es decir, Kekich iría a vivir a la residencia donde, hasta esa mañana vivía Peterson, y éste viviría en el hogar de los Kekich.
Ellos dos, acompañados de sus esposas, Susanne Kekich y Marilyn Peterson, los cuatro muy sonrientes, hicieron el anuncio rodeados de periodistas.
Las dos hermosas rubias, estaban felices de comenzar una nueva vida ante los mirones de la prensa y los fanáticos en las graderías.
El tema de los borrachos
En la Liga Dominicana se comentaba en la pelota de La Normal, que la “mar mita” que tenía Alonzo Perry en el dogout tenía una fuerte dosis de “Carta Real”, ron que muchas veces lo premió como el “mejor de la semana”, y que acuñó el slogan de que “para un Carta Real siempre alcanza”.
De Pedro Guerrero, la Negra Pola, se decía que entre inning e inning se daba su toque técnico de Siboney tapa roja.
Recuerda Juan Vené, que en 1920, los Indios tenían en su rotación al derecho Ray (Slim) Caldwell, quien “caía en cada borrachera después de lanzar, que el mánager Tris Speaker le permitía no ir al estadio al día siguiente, a cambio de que antes del juego del segundo día trotara alrededor del campo hasta que él le ordenara detenerse”.
Al tercer día lanzaba en la práctica, y al cuarto le tocaba abrir juego otra vez.
Ese año, a los 38 de edad, Caldwell logró 20 victorias frente a 10 derrotas. Y los Indios ganaron hasta la Serie Mundial a los Robins de Brooklyn.
Babe Ruth y las cervezas
El Sultán de la Estaca, Babe Ruth (1914-35, Medias Rojas, Yanquis-Bravos), fue un gran bebedor de cervezas, no se emborrachaba porque comía perros calientes por pi pá.
En el ranking de los borrachos de las Grandes Ligas figura Rube Waddell (1898-1910, Atléticos ), tan famoso de lanzador, como por su vida libatoria.
Mister Wrigley le hizo a Hack Wilson la prueba de la lombriz, porque el toletero no era fácil con el vaso.
Don Newcombe (1949-60, dos años de militar, Dodgers, Rojos e Indios), lanzador de carrera corta, 10 años, debido al alcoholismo.
Steve Howe (1980-96, Dodgers, Minnesota, Rangers y Yankees), pitcher zurdo, suspendido en siete oportunidades porque consumía alcohol y drogas, y olvidaba ir al estadio en los días de juego.
Y ni hablar de Billy Martin (1950-61, siete equipos) y Mickey M antle (1951-68, Yanquis).
Dicen los historiadores de béisbol que si Mantle no hubiese conocido a Martin, hubiera tenido una década más de producción.
Recuerdo cuando Mickey Mantle vino al primer torneo de golf de Juan Marichal, en Playa Dorada, se daba banquete desde bien entrada la mañana libando Bermúdez Blanco con agua tónica junto a los inolvidables José Esteban Rodríguez y Alberto Torres de la Mota.